Sunday, July 22, 2012

31



- ¿Habías conocido antes a una persona que le gustara tanto tocarse los vellos de las axilas?
Me miró seria.
- Yo creo que todos lo hacen o al menos muchos. Sólo no hablan de ello, pero tú eres honesto. Eso me gusta.
Caminamos hasta la esquina y esperamos a que el semáforo cambiara, luego cruzamos a la banqueta de enfrente.
- ¿Sabes que siempre he querido conocer Japón?
- Sí, me lo habías dicho antes.
- Pues sí, es mi sueño. Quiero ver el monte Fuji, subir a la torre de Tokio, caminar por sus calles. Mi meta es recorrer todo Tokio, memorizar cada calle, cada pared, cada rincón.
- Te tomaría unos años memorizar una ciudad tan grande.
- Sólo el principio de una vida convencional. No lo veo muy complicado.
- No, no. Si yo no dije que lo fuera.
- Ya, pero a que lo pensaste.
- Tal vez. A veces yo soy de las que hacen las cosas, cosas normales, o comunes, pero me quedo callada. ¿Eso me convierte en mentirosa?
- A lo mejor, pero todos mienten. Entonces no está tan mal.
- ¿Y si no mintiera?
- No mentir a veces es imposible. Por eso yo lo evito, pero no puedo del todo. Soy humano, vaya.
- Ya, ¿tienes un cigarro?
Le alargue un cigarro y me llevé otro a la boca, acerqué el encendedor a sus labios y luego hacia mí. Nos sentamos en una banca de la calle.
- ¿Ahora qué piensas?
- Que yo no tengo sueños.
- Todos tienen.
- No, yo no. Mi madre se encargó de aplastarlos todos cuando yo era pequeña.
- ¿Por qué hizo eso?
- Porque era una mujer muy práctica, con la firme convicción que una vida sin aspiraciones es una vida sin decepciones. Su idea de una vida feliz.
- Pero eso no es una vida.
- Ya no sé. Ella definió bien mis esquemas.
- Mira a ese hombre.
Señalé un tragafuego en un crucero.
- ¿Qué tiene?
- ¿Qué sientes al verlo?
- Lástima, tal vez.
- Exacto. Como él, hay miles de personas en la ciudad y muchas más en el mundo. Personas que sólo verás una sola vez en tu vida, ¿qué pasa con ellas? A veces esa idea me da vueltas hasta que me duele la cabeza. No logro comprender qué pasa con las vidas de esas personas, que no esperan nada mejor, no tienen metas, ni sueños. Sonará cruel, pero incluso los veo como animales instintivos que sólo buscan sobrevivir.
- ¿Dices que soy como ellos?
- No. Pasaste a ser real cuando tu mundo se adhirió al mío. Ahora para mí eres real.
- ¿Y lo que no está en tu mundo?
- No sé. Existe, pero no sé nada de ello. Tendría que detenerme a pensar en eso.
Me sonrió y luego le dio una larga calada a su cigarro.
- La mitad por la nariz, la mitad por la boca. Se lo copié a una amiga.
- Me gusta.
Exhalando el humo lentamente levanté la mirada a un cielo grisáceo.
- ¿Va a llover?
- Parece.
- ¿Si llueve qué?
- En su momento lo sabremos.
Me incorporé y la miré divertido, me regresó esa mirada de complicidad. Le anuncié que debíamos seguir adelante. Me siguió. Después de avanzar un rato le confesé que esa tarde ya estaba cansado de caminar.

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