Saturday, October 24, 2009

1:00 AM

Tengo que cubrir mis uñas con esmalte para no morderlas.
No uso de ningún color porque no me va. A los hombres no
nos van las cosas de mujeres, ni el cabello largo, ni los
pantalones pequeños que se ajustan a la figura.

Todos los estatus de mis contactos de MySpace aparecen como
actualizados ayer, osea, a más tardar hace una hora.

Es la una de la mañana con un minuto. Se acercan las horas
buenas, como llamo a esos momentos a partir de la media
noche en los que las ideas fluyen como el agua de los ríos.
Ratos de quemar inspiración en el que la chispa parece
encenderse como una llamarada y nos entrega la genialidad.
Aquéllos que pretendemos crear de noche apreciamos el brillo
de la luna, el canto del silencio en las calles, las
luces de las banquetas, los carros en la carretera a toda
velocidad.
Nos crean la atmósfera. Y yo me envuelvo en ella y la dejo
que me guíe como si me poseyera. Le permito hablar a través
de mis manos y mi boca, algunas veces.

Es un fantasma, un amante. Lleno de luz y oculto entre las
sombras. Da miedo, pero encanta.
Viene y hace por mí lo que yo a veces no puedo terminar.

mo

Monday, October 19, 2009

Luces de ciudad

Luces nocturnas y luces de mañana.

Mara

Te amo, Tijuana.

Friday, October 2, 2009

Testimonio en renta

Me encontré hoy con un fantasma de Tijuana, y también de mi pasado: El Multicinemas de Otay.
Fachada

Cerró hace ya casi diez años, y mientras funcionaba no era de lo mejor. Las salas no eran espaciosas ni las butacas cómodas. Las pantallas viejas distorsionaban un poco la imagen de la película.
No es sólo esto lo que me hace recordarlo, ni tampoco el olor a orina que venía detrás de una fila tumbada, sino lo místico que fue para mí alguna vez ese cine y toda la Plaza Otay.
Salida
Hoy que pasé por ahí después de muchos y de verdad muchos años de ni siquiera acercarme, tuve una serie de regresiones. Algunas no tan agradables. Otras simplemente presentes.
Mi meta era llegar a verlo, al dinosaurio, al fantasma de Otay. Caminaba rápido, pero observando todo a mi alrededor. La mayoría de los locales cerrados, con letreros de renta o venta. Muchas papelerías y los pocos negocios que había estaban desolados.
Vacío
Eventualmente llegué al punto donde vi como si volviera a tener aquellos años, me acercaba a la taquilla y observaba a mi madre comprar los boletos, para después pasar a ese salón sucio donde vendían dulces, palomitas y nachos no tan buenos.
Taquilla
El lugar se ve algo diferente. Ya no anuncian las películas y los cristales están oscuros. La dulcería está atiborrada de cajas y un letrero gigante de ¨Se vende o renta¨ cuelga de arriba.
Se renta
mientras observaba todo esto y tomaba fotos a todos lados, el interior de la plaza estaba casi vacío y en silencio, exceptuando por un hombre que barría y silbaba detrás de mí. Acentuando la sencación de misterio y melancolía que me embargaba.

Saliendo de ahí, el cielo estaba gris. En Soriana encontré la película ¨Hable con ella¨ a sólo $35 pesos. La compré y me encaminé hacia la Universidad. Para ello tuve que subir a un puente peatonal desde el que pude ver un extenso vacío previo a las pistas de los aviones, pues el aeropuerto está muy cerca de ahí. Al fondo del puente, una mujer sentada permanecía inmóvil, sucia y desaliñada. Observaba esa lejanía en silencio.
Puente
Del cielo cayeron algunas gotas, parecía que iba a llover, pero sólo chispeó.
Tras las rejas
Yo sólo deseaba sentarme a escribir algo, mientras escuchaba ¨The Hill¨...