Monday, July 27, 2009

Cosa de quince minutos


Vida es. ¿Qué es la vida? La vida es un estado animado del ser, a partir de la existencia misma. Llamamos muerte a la ausencia de vida, como llamamos oscuridad a la ausencia de luz, mal a la ausencia de bien, demonio a la ausencia de…

- Lana.

Lana voltea hacia arriba, encontrándome de pie frente a ella, sosteniendo la cámara de video. Me sonríe y yo me agacho para darle un beso.

- ¿Qué estás haciendo?

- Recorto imágenes para mi álbum.

Lana tiene frente a ella un montón de revistas, recortes y pedazos de hoja. A pesar del desastre, no dejo de maravillarme con la paciencia que tiene y el placer que le produce llenar su álbum de recortes y fotos.

Le alargo la mano izquierda mientras sostengo la cámara con la derecha. Lana toma mi mano y la ayudo a incorporarse. Acaricio su cabello con mi mano libre, la acerco a mí para besarla, deslizo mis dedos por su cuello, la acerco más a mí, siento el calor de su cuerpo, y sé que viene desde lo más hondo de su ser. Puedo ver su alma, que se encuentra con la mía, observándose detenidamente mientras nuestros cuerpos se siguen tocando. Hace tiempo ya que he apagado la cámara, para continuar grabando todo yo mismo, en mis recuerdos y los de ella, para no dejar otra evidencia y haber convertido nuestra escena en un cuadro inolvidable e irrepetible.

Jadeamos, nos besamos y nos detenemos de vez en cuando para recuperar el aliento, caemos al suelo al perder el equilibrio. Poco a poco nos vamos desvistiendo, dejando fuera la razón y todo rastro de cordura.

Comenzamos volar, alcanzando los más recónditos destinos del universo, conociendo uno a uno, haciendo escala tras escala, revisando metódica y detenidamente los paisajes, los climas, los cantos de sus aves, los gemidos que exhala la tierra que pisamos. Olvidamos la masa, el peso, los cuerpos, las figuras, para inventar las nuestras propias, limitadas aún por la gravedad, que pronto olvidaremos.

Ambos cuerpos en llamas ruedan, suben y caen, vuelan y aterrizan juntos.

- Cuando me tocas, Lana, siento que me quemas. ¿De dónde viene ese fuego?

- Es como las hadas, el fuego es real si tú crees en él.

- ¿Y tú crees en mi fuego, Lana?

- No.

- ¿Por qué?

- Yo creo en algo más.

- ¿En qué?

- No te lo puedo decir.

- Pero tienes que, Lana. Tú y yo somos dos mitades de un entero.

- ¿Y quién tiene la más grande?

Caímos, como las rosas, en un campo. Sobre las hojas marchitas, soportando las punzadas de nuestras propias espinas, nos miramos durante horas, días y meses, sin poder pronunciar palabra, sin saber qué decir, y aunque supiéramos, recuerda que las flores caídas no hablan.

Somos una pieza musical.

Somos un cuadro, un mural, un dibujo.

Somos dos cuerpos esculpidos juntos.

Somos una obra teatral, una película.

Tú y yo danzamos coreografiados por algo que no vemos.

Nuevamente estaba sola en casa sin él. Yendo y viniendo por cada rincón de la casa, fumando un cigarro tras otro, intentando leer revistar viejas en el baño, repitiendo los mismos discos una y otra vez.

Me sentía igual que un cajón sin perilla, no lo podía abrir por ningún lado. Y lo peor de todo es que ni siquiera podía identificar lo que significaba esa sensación.

- Siento que nos convertimos en una nota fría.

- Notas frías. ¿Cómo es eso?

- Frío: temperatura baja… Calor: lo contrario.

- Y entre nosotros, ¿qué es frío?

- Tú. Tú eres el frío entre nosotros.

Lana, Lana, Lana. ¿Qué le pasa a Lana? ¿Acaso le duelen los pies? ¿Acaso tendrá su periodo? No entiendo por qué reaccionamos de la forma que lo hacemos siempre, después de la armoniosa pasión con que nos entregamos el uno al otro, nos invade una sensación, tal vez de temor, tal vez ego, tal vez un arrepentimiento, ¿Qué nos ha pasado, Lana?

- Tú dijiste que volábamos. ¿Pero, después qué? La llama se vuelve a apagar, y empieza el frío, empieza tu frío.

- No, Lana, la llama sigue, pero de otra manera. Eres tú que no la ves.

- No. Las cosas no son así.

Tú, Lana, eres como una droga para mí. Al fumarte, inhalarte, inyectarte o tragarte me haces volar, ver cosas, sentir que el mundo es un lugar más bello. Que me da gusto estar vivo para poder experimentar todo este tipo de cosas.

- ¿Quién eres tú?

- ¿A qué parte de mí te refieres?

- Yo lo sé. Tú eres un ángel.

- ¿Qué es un ángel?

Nuevamente dejé de contener la tentación de tomarte, tenerte de nuevo entre mis brazos, sentir tu fuego, y tus hadas danzando entre mis labios, remontarnos a los días de la infancia, siendo sólo un niño descubriendo las flores, viéndolas crecer, maravillado ante la fuerza que tiene el sol para alumbrar, la luna, alterado con sus ciclos. Así me haces siempre tú sentir. De nuevo como un ser sin preocupaciones, sin nada más en este mundo, ¡y por supuesto que no necesito nada más, si te tengo a ti! ¡Mi ángel!, ¡mi fuego!, ¡mi droga!

Podría vivir eternamente entre tus brazos, alimentándome de tu cuerpo, bebiendo tu saliva, embriagado al sólo ver tus ojos, con esa sensación de querer morir y volver a nacer. Y a tu lado, Lana, sólo a tu lado. Puedo lograr todo esto.

- Y pensar que esto es sólo cosa de quince minutos.

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